Los diferentes colágenos se agrupan, dependiendo de su estructura y localización dentro de los tejidos, en subfamilias; entre las que se encuentra la de los colágenos fibrilares, quienes después de ser sintetizados y secretados al espacio extracelular por las células se autoensamblan en microfibrillas que luego se entrecruzan entre sí para formar las fibras colágenas. Estas dan resistencia a la fuerza tensil y aportan la estructura tridimensional característica de los tejidos conectivos.

El colágeno I es uno de los colágenos fibrilares más distribuido en los diferentes tejidos conectivos y es el más abundante de la dermis de la piel. Es una proteína muy conservada en los mamíferos, bicompatible y biodegradable, por esa razón, ha sido usado para fabricar sustitutos dérmicos que cuando se colocan en zonas de la piel lesionadas que no se pueden cerrar suturando, promueven su regeneración y disminuyen la cicatrización contractural característica del cierre por segunda intención. Comunmente el colágeno I para uso en humanos se aisla de tejidos bovinos desechados durante el procesamiento de la carne y de la industria piscicola. Después de ser aislada, se usan técnicas análiticas para asegurar su pureza e inocuidad. Con la proteína caracterizada se elaboran sustitutos dérmicos que deben ser aplicados por personal del equipo de salud con experiencia en manejo de heridas.